viernes, 19 de septiembre de 2008

Una Familia Vergonzante


LOS CALDERÓN - UNA FAMILIA VERGONZANTE
(Nombre ficticio).
No sé si este caso solo se presente en Colombia, pero es que en nuestro país consagrado al Sagrado Corazón, suceden tantas cosas! Debido a las crisis, a la recesión económica, uno ve unos casos que quisiera poder relatar, como es lo sucedido con la familia Calderón.
Los Calderón, son muy apreciados (o lo eran?), de ascendencia distinguida, el “Doctor”, porque debemos recordar que en Colombia, quien vista de traje y corbata ya posee el título de “Doctor”. El Doctor Calderón, ocupaba una importante posición en una empresa multinacional. Era Director de Relaciones Públicas, cargo para el cual estaba perfectamente capacitado, ya que sentía cierta fascinación por el mundo de los clubes, por los cocteles, recepciones, los buenos licores y la mejor comida. Con los gastos de representación podía darse el gustillo de ser asiduo visitante de los mejores restaurantes, en donde siempre dejaba excelentes propinas (claro, con cargo a los gastos de representación).
Sus hijos asistían (ya que no era que estudiaran mucho), a los mejores colegios, bilingües, obviamente, sus vacaciones con alguna frecuencia eran en el exterior, Miami, Aruba, Jamaica, Santo Domingo, etc. Vivían en un conjunto de edificios de los estratos altos, su mujer era cliente asidua de los mejores salones de belleza, y de las boutiques más exclusivas. El Doctor Calderón, poseía dos vehículos: el Mercedes que le daba la empresa, con conductor incluido, y el otro, el familiar, que era un último modelo., que cambiaba cada año, pues la empresa le otorgaba préstamos sin intereses para este efecto.
El Doctor Calderón, era lo que se dice un perfecto “cachaco”, muy bien vestido, elegante, amabilísimo, conversador, bebedor, de alta sociedad. Poco lector, (“Es que no queda tiempo, mijo”).
Todo era una vida perfecta…Hasta que la empresa multinacional, decide cerrar sus oficinas en Colombia debido a los malos vientos que anunciaban recesión económica en el país.
En esta forma le anuncian al Dr. Calderón que su contrato de trabajo ha finalizado, le pagan jugosa liquidación. Pero a partir de ese momento, la vida de la Familia Calderón, comienza a cambiar bruscamente.
El primer cambio notorio: ya no hay Mercedes, ni conductor. Desaparecen los gastos de representación. Ya no tiene tarjetas empresariales, y cualquier almuerzo o cena deben ser sufragadas de su propio bolsillo.
La jugosa liquidación se va diluyendo en forma rápida, mientras los gastos parecieran ir aumentando. El Doctor Calderón busca afanosamente la forma de ubicarse en otra empresa similar, en un cargo similar, y con unos ingresos similares…pero él ya ha pasado de los caurenta y pico años de edad, lo cual significa una “muerte laboral”. No hay forma de obtener una empleo, por su edad, porque su perfil profesional no es acorde con las necesidades de las empresas, y porque los salarios que se ofrecen no le alcanzarían ni para pagar la cuota de administración del conjunto en donde vive.
Cuando el dinero es escaso, la velocidad con la que llegan las facturas de los servicios públicos aumenta. Es igual, con los otros compromisos financieros, pago de pensiones escolares, cuotas de administración, impuestos, facturas de las tarjetas de crédito, etc.
Ya los mercados de varios carritos y con toda clase de productos importados, van disminuyendo.
Se empiezan a presentar los incumplimientos frente a tanta factura. Son bloqueadas las tarjetas de crédito. Los atrasos en el pago de las pensiones de los hijos, le obligan a pensar en cambio de instituciones educativas. Ya no puede cubrir la cuota del apartamento, por lo cual deben mudarse a un estrato más bajo, a vivir por un tiempo en donde los suegros. Y todo esto sin que sus amigos se enteren. La disculpa: “Me salió una chanfa en otro país.”
Y es así como la imagen de los Calderón va desapareciendo del recuerdo de su círculo de amigos. Ya no frecuentan los clubes, ya no asisten a cócteles, ya no gastan en las boutiques exclusivas, ya no se puede vestir con trajes de marca.
El Doctor Calderón ya no utiliza su auto (que dejó de ser último modelo) para recorrer la ciudad, ahora lo hace en buses de transporte público, o caminando (“porque el caminar es muy bueno para la salud, mijo”). Sigue viviendo con los suegros, quienes le ayudan a pagar la pensión de los hijos, y con el mercado…mientras consigue algún trabajo.
La familia Calderón, ahora forma parte de “Las Familias Vergonzantes”, una nueva clase social, muy numerosa en Colombia.

1 comentario:

mary simpson vargas dijo...

Emilio, veo dos facetas en tu crónica. La de nuestra cultura “arribista”, y la pauperización de nuestra población. De la primera podemos burlarnos, sin olvidar lo dañina que es para el espíritu colectivo, de la segunda… preocuparnos, claro. La primera contribuye de manera no despreciable a nuestra incapacidad para construir una sociedad igualitaria, equitativa, justa. Lo patético de los Calderón es que ya antes eran muy “pobres”… vivían en una apariencia que no coincidía con su patrimonio, y claro… en la crisis… el obligado cambio de “clase” los hace “vergonzantes”. Por otra parte, están aquellas familias que se han empobrecido pero que, aunque sea motivo de dolor, no lo es de vergüenza. Estas pueden encontrar en su patrimonio (especialmente el espiritual) y circulo familiar un soporte solidario para “amainar” el chaparrón con dignidad. Y están los que no pueden ser emprobrecidos vergonzantes ni empobrecidos con dignidad… los que ya eran pobres, que son los mas en nuestro país. Motivo de vergüenza para nosotros (no para ellos), que no seamos capaces de generar, para todos, las oportunidades mínimas para una vida digna. Son “clasificados” en miseria… pasan a morir de hambre, con ninguna probabilidad de ser escuchados, de tener alguna influencia sobre las decisiones de política de sus zonas, de tener alguna esperanza. Algunos de ellos, los de mejor suerte tal vez, o peor, no se, son los que logran viajar a las grandes ciudades a vivir en las calles para hacerse por lo menos “visibles”… esos vendrían a ser los desplazados de las callecitas de nuestros barrios… “Los de Apellido Desconocido”. Gracias Emilio por tus escritos, que nos dan la oportunidad de pensarnos un poco. Abrazo!