miércoles, 3 de septiembre de 2008

La Mala Educación


Hablemos de Educación.-

Soy de las personas que considera que las cosas que están mal se deben corregir, no soy partidario de la resignación, ni de las personas que creen que es imposible cambiarlas. Por ejemplo voy a citar algunos ejemplos de lo que podríamos denominar lo que me disgusta de Bogotá.

Me disgusta la indolencia, la mala educación, el desprecio hacia los demás, el creerse alguien más importante que los demás.
Cito ejemplos:

El que en el transporte público vean a las personas mayores, a las señoras con niños en brazos, o a personas enfermas, y la gente que va sentada las ignore. Proceden a mirar hacia otro lado o a hacerse los dormidos. Este caso, se presenta también (increíble) durante las misas, en la iglesia de mi barrio. Y eso con personas que dicen ser cristianas. Por favor observen durante la celebración de la Santa Misa a personas de la tercera edad, quienes quedan sin puesto, de pies, al lado de jóvenes indolentes cómodamente sentados, convencidos que son buenos cristianos!

Otro ejemplo: si alguien está en un local comercial y lo están atendiendo, llega otra persona, que cree que es más importante y pretende que lo atiendan a él primero, ignorando que el que primero llega, debe ser atendido primero.

El parquear en algunos sectores, bloqueando otro vehículo. (“Es que yo no me demoro”). Y ay! de aquel que le llegue a formular el más mínimo reclamo a ese descarado! Ahí se forma Troya, porque el resultado es que uno es un intolerable, maleducado, etc.

Otro caso, en otro aspecto de la vida rutinaria. Yo creo que quien introdujo la enseñanza de automovilismo en Colombia, debía ser inglés, porque todo el mundo maneja por la izquierda. No sé si se habrán dado cuenta que en Colombia, el carril rápido es el derecho, por la izquierda van todos los vehículos lentos. Además de los camiones, buses, volquetas, etc. Todos los vehículos de carga pesada, manejan por los carriles de la izquierda, y con cierta gracia por lo general se apropian de dos carriles, el central y el de la izquierda. Y lo mejor, es que de improviso giran a la derecha, para tomar otra vía!

Uno aprende que por ejemplo, es peligrosísimo ir detrás de un taxi que esté “libre”. El vehículo de servicio público obviamente va por el carril izquierdo. Tan pronto el olfato del taxista le indica que puede haber un pasajero potencial, o que alguien estiró un brazo, se lanza intempestivamente al otro carril, frenando en seco. Y ay de aquel que le llegue a rozar el vehículo del taxista!. Enseguida cae una jauría de colegas amarillos que acorralan al inocente particular y se le arma un problema que se convierte en toda una costosa pesadilla.

Por último, y para no citar sino pocos casos, la otra situación difícil de aceptar es el nulo respeto por el peatón. Yo sé que en Colombia “la fuerza bruta” es la que predomina, pero es que a veces nos olvidamos que por más carros que se posean, en algún momento del día uno se convierte en peatón. Y éste es un ser humano. Es una vida sagrada. Alguna vez le escuché a alguien un principio que me dejó pensando: “En caso de accidente, el Peatón NUNCA tiene la culpa”. Porque es un ser humano. Por tal razón: tiene la vía, tiene prelación, y ningún conductor, por ninguna razón, puede embestirlo con su vehículo.

Intentemos lo imposible, para lograr lo posible. En Bogotá, podemos cambiar!

1 comentario:

mary simpson vargas dijo...

... me acorde de algo que decía mi padre cuando manejaba ... si quedaba en la primera fila en un semáforo en rojo, no necesitaba esforzarse en mirarlo para esperar el verde ... bastaba con esperar el pito de los segundos y terceros en la fila!