martes, 7 de julio de 2009

Sanaron las callecitas de mi barrio



Gracias a la insistente manifestación ciudadana de los vecinos del barrio Pasadena de Bogotá, quienes por medio de carteles en las fachadas de las casas y de los edificios reclamaban por una urgente reparación de sus calles.
Se obtuvo la atención de los distintos medios de comunicación, noticieros de televisión, periódicos tanto de circulación nacional como local.
Se tocaron todas la puertas de las diferentes dependencias oficiales.
Los dierentes integrantes de la Junta de Acción Comunal tanto en equipo, como en forma individual lideraron campañas para llamar la atención de quienes podríán de una manera u otra influenciar para que por fin se tomara la decisión de reparar la estropeada malla vial
Por fin,gracias al interés prestado por algunos concejales de Bogotá y ediles de Suba como la Doctora Netcy Echeverry, y claro está la participación y decisión del alcalde Local de Suba.
Hoy contamos con unas vías rehabilitadas.
Las callecitas mi barrio están como una tacita de plata.

martes, 3 de febrero de 2009

CURIOSA PROTESTA






Bogotá es una ciudad que cuenta con más de siete millones de habitantes. Sus barrios han sido clasificados en seis estratos, en la siguiente forma:
Estratos 1 y 2: para la clase menos favorecida.
Estratos 3 y 4: para la clase media baja y media-media
Estrato Cinco: para la clase media alta
Estrato Seis: para la clase alta.
De esta forma se hace una distribución escalonada de las tasas a pagar por concepto de los diversos impuestos y de los servicios públicos. O sea que los estratos cinco y seis subsidian a los estratos bajos. En otras palabras quien viva en estrato cinco y seis paga los más altos impuestos de la ciudad.
Lo anterior no implica que las autoridades reviertan esos impuestos en la calidad de mejores vías, o de mejores servicios públicos.
Un ejemplo de lo anterior es mi barrio: Pasadena, clasificado como de estrato Cinco.
Las peores vías de la ciudad, pagando los impuestos más altos: Contradictorio, cierto?
Pues bien, en Pasadena se ha iniciado una silenciosa campaña consistente en colocar afiches y carteles en las fachadas de los edificios en donde se reclama por una atención de las autoridades Alcaldías local y Distrital para que por favor observen el lamentable estado de las vías. No hay derecho!
Hasta el momento, la respuesta del Alcalde local es la de no hacer caso a protestas de unos “Cartelitos”,Así lo ha manifestado.
Se acompañan fotografías de algunos “Cartelitos” y de algunos “Huecos” de Pasadena.
Seguiremos protestando…..

sábado, 10 de enero de 2009

LA ENFERMEDAD DEL OLVIDO

LA ENFERMEDAD DEL OLVIDO

Me comencé a preocupar cuando Lucía abandonó su costumbre de resolver crucigramas, encontré que en las revistas y en los diarios, los crucigramas estaban intactos, sin letra alguna, sin borrones. Lucía era una afiebrada a la solución de los crucigramas, para ello se ayudaba de diccionarios especiales, y de un cuaderno propio en donde apuntaba las definiciones que aparecían en algunos de ellos.
A Lucía la conocí hace muchos años. Recuerdo que fuimos con mi esposa a visitarla a su apartamento recién adquirido, al norte de la ciudad, en un precioso conjunto cerrado, tipo campestre, amplias zonas verdes, senderos para caminar, parquecitos, bosques nativos. El apartamento bastante amplio, con grandes ventanales, y una vista espectacular. Y la sonrisa de Lucía manifestando ese bien ganado orgullo de sentirse satisfecha con su vida.
Lucía estaba muy orgullosa de su vivienda, y en fin de su vida. Había obtenido su pensión, suficiente para vivir cómodamente. Soltera. Independiente. Nunca le había hecho mal a nadie. Mujer de pocas amistades. Orgullosa de su autonomía, lectora de cuanto libro caía a sus manos, con opiniones propias sobre la situación del país, siempre informada, con suscripciones a los periódicos y revistas, y como lo anotara, se esmeraba en resolver todos los crucigramas.
Cuando creía conveniente, ayudaba a su escasa familia: Jaime, su hermano, hombre de poco carácter, casado con Mariela, mujer ambiciosa y dominante, y su única hija, Patricia, universitaria, poco agraciada, muy parecida a la madre. Jaime, ya pensionado, vivía con estrecheces, en un barrio de clase media, con un automóvil modelo 1980, que constantemente visitaba a los talleres mecánicos, erosionando las finanzas de Jaime. – Cuándo vas a cambiar de coche? Le increpaba Mariela. Somos motivo de burla en el barrio. Es el auto más antiguo de todos nuestros vecinos.
Lucía tenía un mayor y frecuente contacto con su hermano, y con su sobrina Patricia. No tanto con Mariela, ya que no le despertaba mucha confianza.
De esta manera transcurría la tranquila vida de Lucía.
En mi interior siempre me decía: yo quisiera tener una vejez como la de Lucía. Lograr no depender de nadie, no ser una carga para nadie. Tener un buen apartamento, y todo lo necesario para llevar una vida estable, tranquila. Y con la seguridad que transmite el contar con una buena jubilación.
Pero los años traen consigo una carga impositiva, La fatiga del cuerpo se va manifestando. Y es así como Lucía, descubre que va olvidando cosas…
Un día se encuentra en un concurrido centro comercial, y luego de dos horas de recorrer los almacenes se da cuenta de que no sabe por qué está allí. Para qué iba? Sería a alguna oficina bancaria? Necesitaba hacer alguna compra? Debería encontrarse con alguien? Asustada, se regresó de inmediato a su apartamento. Ella sabía que algo terrible empezaba a ocurrirle.
En otra ocasión, estaba en su cuarto viendo la televisión, cuando sintió un extraño olor a quemado. Alarmada se fue para la cocina y encontró que las ollas con el almuerzo que había empezado a preparar se habían secado…desde hacía horas. Le tocó comprar batería nueva de cocina, porque esas ollas ya no servirían más.
Mientras tanto, enterada del deterioro de Lucía, la cuñada, muy previsiva, le manifestó preocupación a su esposo Jaime, le dijo que había que tomar precauciones con Lucía, que había que “protegerla”, y fue así como ya empezó a acompañar a Jaime en sus visitas, las cuales se hicieron más frecuentes.
Cierto día, Mariela entre juego y chanza quiso poner a prueba a Lucía. Mariela acompañaba a Lucía al cajero automático para el retiro de su pensión. Como el cajero establece un máximo de retiro por transacción, Lucía debería hace cinco transacciones para poder retirar la mesada completa. Mariela dejó que Lucía introdujera la tarjeta y anotara la clave y la cantidad de dinero para su retiro. Hábilmente le sustrajo Mariela la tarjeta, mientras Lucía contaba y recontaba el dinero de su primera transacción. Enseguida Mariela dispuso que se marcharan para el apartamento de Lucía, pues ya era tarde, y se habían demorado mucho en el cajero.
Cuando finalmente Lucía quedó sola, mentalmente repitió la película del cajero, y no recordaba sino un solo retiro por quinientos mil pesos. Faltaron otros cinco retiros para el total de los tres millones que le correspondían de mesada…Pero la tarjeta no la encontraba. –Qué cabeza la mía!, se lamentaba, y seguía buscando la bendita tarjeta.
Finalmente, se decidió por llamar a Jaime para manifestarle su inquietud. Jaime estaba durmiendo, le contestó Mariela. Al relatarle lo sucedido, Mariela le dijo que a ella le constaba que Lucía había efectuado seis retiros en total, para los tres millones de pesos. Que tenía que acordarse de eso. Que se habían demorado un montón de tiempo.
Ahora sí que quedó preocupada Lucía, pues estaba confundida…si había hecho seis retiros por qué no tenía sino quinientos mil pesos?
Mientras tanto, Mariela ocultó lo de la llamada a su esposo por un tiempo, mientras hacía los retiros restantes. Al siguiente día en la tarde, le comentó a Jaime:- “Oye, Jaime, cómo te parece lo de Lucía: dejó la tarjeta olvidada en el cajero, que si no es por mí se la hubieran robado. Es que definitivamente Lucía no puede hacer nada sola, es un peligro para ella. Cualquier día la pueden robar. Todo se le olvida. Inventa cosas, etc. Yo creo que lo mejor para ella, es que nosotros le manejemos todos sus asuntos”. Y Jaime estuvo de acuerdo, ya que era totalmente cierto, a su hermana todo se le estaba olvidando, confundía los días. Lucía era incapaz de manejar sus asuntos financieros.
De esta manera, Mariela pasó a ser la manejadora de la tarjeta de retiros de Lucía, para “protegerla” de que alguien la pudiera engañar.
Y ese mes, por primera ocasión en su vida, Lucía aguantó hambre. Ya no tenía reservas en su despensa, la nevera se le había desocupado, ya no tenía ni jabón para bañarse. No pudo cancelar los servicios de energía y gas, por lo que le fueron cortados. Jaime la reprendió por esto. –“ Es el colmo! Le increpó. Qué dirán los vecinos que tú no tienes con qué pagar los servicios!”
Con el tiempo, Mariela fue dando otros pasos. Le insinuó a su esposo que era hora de remodelar el apartamento, cambiar de muebles, de nevera, de televisor, etc. –“Y cómo vamos a hacer, si lo que recibimos tan solo alcanza para sobrevivir?
-Pues muy fácil, le contestó Mariela. Hipotecamos el apartamento de Lucía?
- Cómo se te ocurre. Eso jamás! Es el apartamento de mi hermana. Eso es sagrado!
-Mira, Jaime, Lucía ni se va a enterar, nosotros pagaremos hasta el último centavo. Sencillamente es una forma de financiarnos. Hasta podríamos cambiar de auto…El que tenemos es muy viejito, y ya empieza a pedir mucho dinero en mantenimiento.
Este último argumento convenció a Jaime, quien de esta manera pasó a estrenar un último modelo. Y fue así, como las mesadas de Lucía se fueron haciendo cada vez más pequeñas, por los descuentos de la hipoteca de su apartamento y por préstamos posteriores. Cada vez que “sacaban” a Lucía a dar un paseíto, era para hacerle firmar documentos extraños. Lucía no volvió a tener control sobre su presupuesto, su dinero lo manejaba su hermano. Lucía ya no tenía amigos.
Y mientras tanto la extraña enfermedad del olvido continuaba haciendo estragos, y Lucía se deterioraba más y más.
Jaime y Mariela discutían sobre el futuro incierto de Lucía. - Ella no puede vivir sola!, fue la conclusión. Y así fue como dispusieron que Lucía, para evitar problemas legales le “vendiera” el apartamento a Patricia, la hija de Jaime y Mariela. Lucía firmó los documentos en la Notaría, sin saber de qué se trataba, pues le impidieron leer las escrituras. Solo la dejaron firmar y colocar su huella digital en los documentos.
Y así fue como Lucía fue despojada de su lujoso y cómodo apartamento. Jaime se la llevó a vivir con su esposa, en donde determinaron que los muebles de Lucía no cabrían en un cuartico pequeño, por lo cual no le trajeron muebles. Le asignaron el cuarto destinado al servicio doméstico, sin televisor, solo un pequeño radio de pilas, para que no se aburriera, como decían ellos, tan amables.
-No se imaginan, el sacrificio que estamos haciendo al aceptar recibir a Lucía en nuestro apartamento!, alardeaba Mariela ante sus amigas, quienes veían en Mariela una reencarnación de la Madre Teresa por su espíritu de ayuda y de sacrificio por los demás.
Hoy en día el apartamento de Lucía está habitado por Patricia, la afortunada hija de Jaime y de Mariela, y por su feliz esposo, quienes no tuvieron que comprar muebles, ni siquiera televisor!
La última vez que vi a Lucía, conocí la cara de la depresión. Los ojos hundidos, el cuerpo tembloroso; de lo más profundo de su corazón se le escapan una especie de suspiros, que parecen gemidos.
Lucía ahora es incapaz de sonreír.
Hemos intentado visitar a Lucía de nuevo, pero su familia lo impide, alegando que se le hace un daño ya que cuando se encuentra con sus amigos de antes, se pone muy nerviosa, se altera, y le vienen momentos de grandes depresiones.
Mariela afirma que ellos cuidan muy bien de Lucía. De esta manera se ha establecido un muro infranqueable que nos ha impedido volver a conversar con Lucía.
Un nudo en la garganta se me forma cada vez que pienso en el tremendo deterioro que ocasiona la Enfermedad del Olvido, y cómo la ambición humana se aprovecha de esta circunstancia para despojar de todos los bienes a quien la sufre.

sábado, 22 de noviembre de 2008

RAQUIRA EL PUEBLITO DE COLORES






RAQUIRA EL PUEBLITO DE ARCILLA Y DE COLORES

Es un pueblito lleno de colores. De colores fuertes, Los rojos encendidos, los azules intensos, los amarillos iluminados, los verdes en diversas tonalidades, te copan las pupilas. Es un pueblito de arcilla. De campesinos, de alfareros, de artesanos, de talladores. Las manos de sus habitantes, lejos de ser suaves, son ásperas, pertenecen a personas trabajadoras. Estas personas que trabajan de sol a sol, son amables, hospitalarias. Les gusta recibir al visitante. Están prestas a ayudar a quien lo necesite.
Recorrer sus calles es un regalo para la vista. Sus bellas cerámicas se encuentran expuestas a lado y lado de la calle principal, y se exportan a muchos países del mundo. Las amas de casa se dejan seducir por la variedad y belleza de vajillas, de materas, de ollas de barro, así como de otro tipo de artesanías como los tejidos en lana virgen, Las hamacas, los adornos, artículos de maderoterapia especiales para los dolores de las articulaciones, etc. .

Ràquira cuenta con doce mil habitantes, está ubicada a dos mil cien metros de altura sobre el nivel del mar, goza de una agradable temperatura de diecisiete grados,
Es una población pequeña, muy cerca de Villa de Leiva, a tres horas y media de Bogotá, por carretera totalmente pavimentada.

Quien desee saborear algo típico de la región, debe probar la longaniza de Sutamarchàn (población a diez minutos de Raquira). La longaniza es un embutido alargado de carne de cerdo picada en pequeños trozos y especies, que se prepara asado sobre parrilla. Se acompaña de una porciòn de papa salada, con un buen picante, y con una arepa boyacense. Es algo ùnico. Y con un sabor insuperable. De lejos, la longaniza de Sutamarchàn,es la mejor del paìs. Aunque el origen de la longaniza es español, en este municipio boyacense la preparan mucho mejor.

Se acompañan a esta nota algunas fotos de la población de Ráquira, que ilustran mejor lo que se ha tratado de expresar. Su colorido, su gente, su comercio.
Un fin de semana visitando la población de Ráquira es un plan inolvidable para toda la familia.

viernes, 17 de octubre de 2008

LA MOTO DE CARITO

Diego lleva treinta años de feliz matrimonio, como dicen por estos lares. Treinta años, dos hijos, profesionales, ubicados uno en Europa, y el otro en los Estados Unidos. En Bogotá, siguen viviendo Diego y su esposa Carmencita
Treinta años de compartirlo todo. De amor apasionado, de muchos viajes, de iniciar muchos negocios. Después de treinta años de unión, comparte ella los ronquidos de Diego. Comparten conversaciones interminables, en las cuales ella habla y él no escucha.De contarse todo, sin enterarse de nada. Son dos perfectos desconocidos que se conocen hasta la saciedad.
Diego es muy hábil para los negocios, pero muy malo para los números. Por lo cual su mujer le colabora en todo lo contable, en abrir cuentas en los bancos, en girar los cheques, en hacer el cierre diario de cada local comercial, así mismo se encarga de estar alimentando las necesidades de liquidez de Diego, quien por ello siempre cuenta con una buena cantidad de efectivo. Diego se ufana de nunca haber comprado algo a crédito, ni de pagar una cuenta con dinero plástico.
Diego es madrugador. Lee mucho, con avidez. Tiene pocos amigos, ya que desconfía de todo el mundo. Su rutina es muy sencilla. Luego de visitar cada uno de sus locales, llama a alguno de sus conocidos hombres de negocios para compartir un café, lo cual le toma el resto de la mañana. Les propone un almuerzo cargado de grasa. Siempre va al mismo restaurante.Lo atiende la misma mesera. Y siempre pide el mismo plato, acompañado de una botella de whisky, ya que Diego toma religiosamente todos los días. A las cuatro de la tarde, en su pleno estado de embriaguez se dirige hacia su hogar, para tomar una siesta. Diego a las dos de la madrugada está despierto. Prende el televisor a un volumen que él pueda escuchar, sin importarle que su esposa, Carmen, esté profundamente dormida, y que el brillo del aparato así como los sonidos que emite el televisor, la despiertan. Dos horas de televisión, y de nuevo a dormir. Mientras su esposa ha quedado desvelada. Esta rutina se mantiene desde hace treinta años.
Diego tiene cincuenta y cinco años, y un buen capital. Además de unos cuantos kilos de sobra. Razones que le han valido para que sus empleadas, todas jóvenes, le presten servicios no contemplados en un contrato normal de trabajo, pero que les permite recibir algunas bonificaciones.
Hace un tiempo, una atractiva jovencita caleña, de veinte años, se vinculó a uno de los locales de Diego. Y desde su ingreso ha sido la preferida del Patrón. Esta jovencita se llama Carito. Y además de brindarle sonrisas, miradas picarescas, y dejarse acariciar de vez en cuando, no ha pasado a mayores. Carito no ha permitido ni ha consentido que su relación laboral se salga del horario normal.
Diego se encuentra muy preocupado. Le hace costosos regalos a Carito, quien se los agradece con un fugaz piquito en los labios, que dejan al pobre Diego más provocado y antojado que antes.
-Don Diego, le dice Carito, un día, con voz apenas audible, imagine que yo vivo muy lejos, y me toca levantarme a las cinco de la madrugada para llegar aquí al Local, a las ocho. Yo siempre he soñado con tener una moto…Si Don Diego me pudiera hacer un préstamo…yo se lo pagaría como fuera.”
Diego, pasa saliva, gotas de sudor le aparecen en la frente. Presiente que su anhelo se va a convertir realidad muy pronto. Le concede un préstamo por tres millones de pesos para que Carito pueda adquirir su moto, con la condición de pasar un fin de semana con él. Ella acepta, gustosa.
Diego la asesora en la compra de la moto, elige el cilindraje, el color. Le obsequia el casco y el chaleco, así como un curso para manejo.
Dispone de un fin de semana en un lujoso hotel en Cartagena. “Asuntos de negocios”, le comenta a su esposa.
Llega el fin de semana prometido. Carito está radiante. Le confiesa a Don Diego que no tiene ropa para “tierra caliente”, ni traje de baño. Hacen una parada en un lujoso almacén de ropa en donde le compra toda clase de prendas para la playa, para cenar, lencería, y todo lo que pudiese necesitar . Carito está cada vez más feliz. “Ay Don Diego, Ud. Es muy bueno conmigo. No sé cómo voy a pagarle todo esto!”
Cuando llegan a la recepción del hotel, Carito le propone a Don Diego que tomen dos habitaciones, con el fin de guardar las apariencias, para que nadie piense nada malo, y por respeto hacia Doña Carmen. Diego acepta, porque le parece bien. Carmen podría aparecerse en cualquier momento. O podría encontrarse con algún conocido. En fin, el mundo es un pañuelo.
Y así es como toma habitaciones separadas. Y así fue como Carito conservó su tesoro más preciado. Y Diego continúa cada día más encaprichado con esa jovencita que es una verdadera joya. “No todo tiene que ser sexo en la vida, carachas!”, se justifica, mientras contempla la esbelta figura de Carito montada en su nueva motocicleta.

martes, 7 de octubre de 2008

Policías y Ladrones

Hasta ahora comprendí por qué razón cuando los niños juegan a “Policías y Ladrones”, a ningún niño le gusta hacer el papel de Policía. Es que entiendo que a nadie le gusta representar el papel de “malo”. Y en Colombia, por lo menos en Colombia, el papel de malo lo interpreta la policía.
Es que en este país suceden unas cosas….!
Un delincuente denunció en Cali que un grupo de Policías conformaba una tenebrosa banda que asaltaba bancos, casas de cambio, residencias, etc. Los jugosos botines en corto tiempo alcanzaron la cifra, oficial, de un millón de dólares, (Tres mil millones de pesos), en trece asaltos a entidades bancarias.
Las autoridades colombianos con toda la información proporcionada por este delincuente, arrestó a la banda, integrada por oficiales y policías en servicio “activo”.
Resulta obvio que el delincuente haya formulado el denuncio, pues a nadie le gusta quedarse sin trabajo, y este grupo policial le estaba dejando sin nada que hacer, ya no había banco por asaltar, además “temía por su vida”, manifestó el delator, porque la banda policial asesinaba por igual a policías incautos que se atravesaban en su camino, como a los delincuentes que no respetaran los objetivos de asalto. Nade puede robar un banco...salvo la Policía.-
Pero lo que no está claro es cuál va a ser el futuro de esa banda de “policías”, pues en Colombia los Jueces llevan más de treinta y cinco días en paro. No hay quien juzgue a los delincuentes, a los malhechores, a los antisociales, a los ladrones, a los violadores, a los asesinos, a los atracadores. El Poder Judicial está en Huelga, en Paro. Y las autoridades se ven forzadas a dejar en libertad a los infractores de la Ley, los cuales regresan a las calles a continuar en sus lucrativas tareas…
Definitivamente, Colombia es un país en donde la realidad supera a cualquier ficción.

viernes, 3 de octubre de 2008

Nobsa - Su Majestad La Ruana






Apuntes de Un Paseo por Boyacá.-
Viajar por Boyacá siempre es placentero. Su variedad de tonalidad de verdes, sus paisajes bucólicos, sus pueblitos perdidos en el tiempo, su riqueza gastronómica, Boyacá cuenta además con unos servicios hoteleros de primer orden.
Cada pueblito conserva en algún rincón agradables sorpresas para los ojos de los visitantes. Pero hay que “acercarse” a la gente. Por lo general, las personas del altiplano cundiboyacense, son personas un tanto tímidas y reservadas. Tomarse un tintico en una tiendita del marco de la plaza, es el primer acto de comunicación con los lugareños. Siempre lo hago, y siempre aprendo algo. Si uno llega con la mente abierta, tratando a las personas con el respeto merecido, siempre encontrará una amistosa recepción por parte de los habitantes de la población que se esté visitando.
Hay cierta clase de personas de la Capital, que cuando llegan a un pueblito, piensan que allí habitan aborígenes que nunca han conocido ni escuchado un radio, y por eso parquean su vehículo en la mitad de la calle principal, dejando las puertas abiertas y colocando su estruendosa música a todo volumen. Se pavonean por la plaza principal, gritando, porque no hablando. Sintiéndose Conquistadores de una tierra sin explorar. Qué lástima por ellos, porque de inmediato se ganan desprecio de todos los habitantes de la población. Eso nunca será hacer turismo. El turismo también exige respeto hacia los residentes de la ciudad o del municipio más humilde que se esté visitando.
Me gustan mucho los pueblitos pequeños, alejados y escondidos de las grandes ciudades y de su contaminada civilización. Pero por desgracia ya son muy pocos los que conservan intactas sus tradiciones. Cuando se va a un pueblito de Boyacá, por ejemplo, no se puede llegar buscando una pizza, o una hamburguesa, por el contrario, se debe buscar una almojábana, un envuelto de mazorca, una mantecada, una Génova, o un exquisito trozo de cordero al horno. Soy un fanático de las panaderías de pueblo, porque allí se consigue el mejor pan, horneado no en modernísimas plantas, sino en los antiguos hornos de barro y leña. El pan de pueblo mantiene un sabor especial.
Hay una población que está a 200 kilómetros de Bogotá. A 2.600 metros sobre el nivel del mar, llegando por una de las mejores carreteras del país. Se llama Nobsa y es la Capital de Su Majestad La Ruana, símbolo del atuendo típico del Alltiplano cundiboyacense.
Esta prenda heredada de los españoles, es elaborada enteramente a mano, en lana virgen, por los artesanos de Nobsa, desde hace más de trescientos años. Se trata de una manta generalmente cuadrada, con una abertura en el centro.
Esta prenda es muy útil, pues además de servir como elemento para protegerse del frío, sirve como manta o cobija. En un día de campo, se puede utilizar como base para sentarse sobre la grama, o sobre una roca. Pero de manera especial, es una prenda que tiene un alto valor cultural, pues constituye la identidad de buena parte del pueblo colombiano. Y es oportuno recordar algunos versos del Maestro Luis Carlos González cuando habla de “La Capa del Viejo Hidalgo que se rompe para ser Ruana…
Sombra fiel de los abuelos
y tesoro de la patria.
Sabor de pecado dulce
y dulce calor de faldas
grita con sus cuatro puntas
el abrazo de la ruana.
…………………………………

Por eso cuando sus pliegues
abrazo y ellos me abrazan
siento que mi ruana altiva
me esta abrigando es el alma."
En las festividades de Nobsa, se celebra el “Día Mundial de la Ruana”, y este año quisieron hacer la Ruana más grande del mundo y lo lograron.
La fotografía de esta ruana que cubre la Iglesia de Nobsa, acompaña a este artículo, lo mismo que aspectos de la calle principal y de su comercio durante las festividades.